Joan Clarke es parte del equipo de Alan Turing, que tiene como objetivo descifrar un código de la máquina alemana Enigma durante la Segunda Guerra Mundial. Ella fue la única mujer de un equipo de reconocidos matemáticos y académicos, y que no por eso se quedó atrás.

Joan significó el apoyo principal para Alan. Fue su mano derecha durante el trabajo, además de brindar contención emocional a todo un equipo que trabajó duro durante mucho tiempo para bloquear la comunicación de los nazis, acabar con la guerra y salvar millones de vidas.

Ella y Alan mantuvieron una relación de mucha afinidad ya que más allá  de trabajar juntos, ambos experimentaron el rechazo y la discriminación por no ser normales dentro de su entorno.

“A usted le gustan las fresas, yo odio patinar sobre hielo ¿Cuál es el sentido de tener diferentes gustos si no es para decir que nuestros cerebros funcionan diferente?”.

Lo que podemos destacar de Joan, aparte de su inteligencia, fue su gran personalidad, ya que tuvo la capacidad de entender y ser compatible con un hombre al que nadie veía como genio. Su facilidad y apertura para descifrar fue más allá del cálculo. Gracias a ella en parte pudieron ganar la guerra. Una vez más en la vida aparece una mujer que cambia la historia.

“A veces la persona a la que nadie imagina capaz de nada, es la que logra cosas que nadie imagina”.

El Código Enigma, 2014.