Grace es una adolescente de espíritu libre y valiente, que queda traumatizada luego de un accidente a caballo. A partir de ese momento la relación con su madre Annie comienza a decaer junto a sus ganas de vivir.

Luego de perder a su mejor amiga, y una de sus piernas, Grace se transforma en una chica infeliz. Su madre tratará de hacer todo lo posible para volver a verla sonreír.

El desafío de Annie como madre será el de mantener una buena relación con su hija en los momentos difíciles. La comunicación y las muestras de cariño sin embargo van perdiendo firmeza entre las dos, hasta llegar a un punto en el que Annie decide buscar ayuda externa. Por su parte Grace tendrá su propio desafío, confiar en los mayores que la quieren y enfrentar sus miedos.

Esta película habla, entre otros temas, de las relaciones familiares en crisis. Como mujeres ante una situación traumática, debemos movernos con cuidado, ya que un tropezón puede valer mucho más que en cualquier otra situación regular.

Por eso Annie es inteligente al identificar que no puede resolver sola el problema con su hija. Eso nos enseña ella en la película, que las madres podemos no ser “todo terreno”, y que a veces hay que bajar la cabeza y aceptar que nuestros hijos están en problemas que no podemos resolver solas. Lo más importante es no perder la esperanza, mantenerse positiva y comprender que un tropezón, por más grande que se vea, nunca es una caída total.

El señor de los caballos, 1998.