Francesca es una mujer común, sólo que envuelta en la soledad y en la rutina de su vida en Madison County.  Todos los días hace lo mismo, las tareas de hogar y el cuidado de sus hijos, que ya crecidos, no valoran su atención. Su marido es un hombre de trabajo que no parece muy atento a los detalles de cariño de su mujer.  La vida de Francesca no tiene color alguno, hasta que una tarde aparece alguien peculiar, un fotógrafo y lo que parecía una vida lineal y casi chata se transforma en una oportunidad para empezar un nuevo camino.

Francesca se enfrenta a la disyuntiva que pueden tener todas las mujeres alguna vez, elegir entre la vida rutinaria y familiar y el sueño de vivir una historia diferente, de renovación y de color. Ella es una mujer de hogar, acostumbrada al campo, al silencio, a las tareas de cocina y lavado, la vida le brinda un minuto de distracción y vive unos días de ensueño junto a este artista, el hombre que se presenta en la puerta de su casa con una consulta geográfica, y ella lo deja pasar a su casa, como una metáfora de que entre en su vida.

Quién sabe cuál es el camino correcto y qué lleva a las mujeres a la felicidad, una existencia casi sin protagonismo como la de Francesca, aunque con una familia construida, o una vida llena de nuevas aventuras a una edad ya madura, vale preguntarse si la decisión que toma ella en Los puentes de Madison va ligada a sus principios como persona o a un posible miedo inconsciente… Habría que ver la película y evaluarlo.