confesiones
Mujeres de Montevideo: Verónica
25 Aug 2018
“A los 25 años y en plena crisis de 2002, me fui a vivir con mi pareja a Texas, en Estados Unidos. Fue una oportunidad que decidí aprovechar para empezar algo nuevo. Es una cultura de mucho trabajo y de poco sociabilidad, que significó para mí un impacto.
Como mi madre toda la vida me habló del yoga como algo bueno, cuando me puse a trabajar allá quise intentarlo y arranqué hatha yoga, que me completó en otro nivel. No era muy costoso y cualquiera podía acceder. Me animé a hacerlo como algo distinto y salir de la zona de confort. El maestro nos dijo que teníamos que aguantar un mes, porque te empieza a movilizar por dentro si estás abierto, más allá de lo físico.
Personalmente fue una gran apertura hacia un mundo nuevo. Yo siempre tenía un dolor en la espalda baja y en ese momento con 25 años no podía ser, entonces pensé que de alguna manera debía solucionarlo. Y con el yoga me ayudó físicamente y para el stress porque se trabaja como un todo.
Fue un pequeño despertar de algo que me hacía muy bien. Se trabaja el equilibrio, la flexibilidad y la respiración. Vas desbloqueando el cuerpo, las emociones salen y sin a veces ser consciente, uno se siente más pleno. Las personas a veces viven de manera muy rápida y una relajación de 10 minutos diarios puede hacer muy bien. Si uno tiene limitantes a nivel físico, siempre podés hacerlo para estar mejor porque el yoga es un camino para la iluminación, con mejorar la respiración ya uno está haciendo yoga.
5 años más tarde volví a Uruguay y estuve en la búsqueda del yoga. Me inicié como instructora, y también estudié reiki y metafísica, que me ayudaron a entender un montón de cosas a nivel personal y tratar de mejorarme para mejorar también el entorno.
Vivo mi vida siempre intentando dar al otro lo mejor y quiero que los demás lo conozcan porque creo que es para todos. Siento que encargarse de uno mismo para estar en nuestra mejor versión mejora el entorno y es el camino para todos mejorar.”