“Con mi marido decidimos viajar por el mundo para ofrecer productos de calidad a las personas y no compramos nada sin verlo directamente.

Primero fuimos a Frankfurt, a una feria para traer cosas que embellecieran el hogar como cubiertos, estantes y nos enamoramos de todo eso.

Luego fuimos a China, donde hay muchas categorías de fabricación. Ir ahí es poder elegir dentro de un universo y se puede tardar dos años y medio en recorrer una feria si una se queda tres minutos por local.

Recorrer es aprender a mirar. Descubrimos una marca de mochilas con certificación japonesa y decidimos traerlas.

Absolutamente todo se realiza en China, porque la mano de obra es barata. India es otro lugar que puede llegar a competir con China, pero por ahora no estoy preparada para ir, hay mucho sufrimiento allí.

El público interesado en estas mochilas me sorprendió porque pensé que iban a ser las chicas jóvenes pero la franja es amplia, desde profesionales, estudiantes, maestras y adolescentes. Me compran muchas enfermeras, radiólogas, que son mujeres que hacen prácticas, llevan muchas cosas cargadas, van de un lado a otro y quieren estar lindas.

Siempre digo que tengo el comercio en las venas, para mí es un placer vender, me encanta buscar y ofrecer buenos productos a la gente.

Además de ver felices a mis nietos, me gustaría seguir consiguiendo buenas mercaderías como hasta ahora. Me encanta que las mujeres tengan oportunidades en este país, hay que darle con fuerza porque somos muchas apoyándonos”.