“De niña era insoportable y mi abuela necesitaba tenerme quieta, por eso sé tejer desde chica. Hoy por hoy me dedico al rubro de tejidos artesanales, en lana principalmente. Empecé de casualidad, no tenía trabajo entonces me fui de Montevideo a Maldonado a trabajar como empleada de una señora y ahora trabajo para mí.

Cuando llegué, tenia a mi hijo chico de 2 años y era difícil ubicarlo en algún lado, por eso quería tener la opción de un trabajo que pudiera darme libertad para cuidarlo. Amo tejer, cada prenda que realizo es como para un artista un cuadro. No me cuesta transmitirle al cliente lo buenas que son mis producciones. Cuando se llevan una prenda saben que está cargada de horas de trabajo.

Uno siempre se plantea nuevos sueños. Considero que vengo cumpliendo los míos. Lo que quiero ahora es convertir el stand en boutique y que el público entienda que hay una magia diferente cada año que pasa”.