“Ser feliz para mí es poder ser yo misma en el día a día. Es ser coherente con lo que siento, pienso y hago. Cuando era más chica las cosas simplemente me iban sucediendo. Con el tiempo me fui dando cuenta que tenía que investigar más para saber quién era y así poder escuchar más mis propios deseos y no tanto el bullicio que hay siempre alrededor de uno.

Creo que el gran desafío de ser madre es encontrar el equilibrio entre marcarles ciertos límites y a la vez enseñarles a tener las alas desplegadas. A mí me costó sentir que estaba preparada para ser mamá y me ayudó mucho una amiga, que es mamá de tres hijos hermosos. Ella me dijo que nunca se había sentido preparada y que te preparás para ser mamá siendo mamá.

Finalmente me decidí y fue tal cual, porque por más que uno puede prepararse hay muchas cosas que se aprenden sobre la marcha. ¡Y se aprende muchísimo siendo madre! La maternidad me enseñó la belleza de lo espontáneo y del amor absolutamente puro. A veces como adultos nos olvidamos de las cosas importantes y los niños nos las recuerdan. Ellos son seres luminosos que todo el día quieren pasar bien, jugar, divertirse, amar y ser amados.”