“El momento más feliz de mi vida fue cuando nació mi hija. Es un momento único e inexplicable, ¡una sensación de felicidad completa! Cambia toda la vida: desde los planes a largo plazo hasta el esquema del día a día.

Ser madre te enseña a conectarte con esa niña que una vez fuiste y que quizá dejaste de lado a medida que fuiste creciendo. Me encanta la inocencia y la pureza que tienen todos los niños. Yo creo que mi rol como madre es simplemente guiar a mi hija y nunca tratar de cambiarla.

Con mi madre tengo una muy buena relación. Admiro profundamente la fuerza que ha tenido esa mujer toda la vida. Todo lo que ha hecho mi madre conmigo es lo que trato de aplicar hoy en día con mi hija. A veces me río porque repito frases típicas de mi madre y mi hija tiene las mismas contestaciones que yo tenía de chiquita.

Después de ser madre me volví mucho más compinche con mi mamá porque ahí empecé a comprender cosas que como hija juzgaba. Ahora las entiendo perfecto.”