hogar

Los no lugares, None Fossati

02 Dec 2020

Desde que Marc Augé definió los “no-lugares” como aquellos espacios impersonales y transitorios que pueden ser reproducidos sin modificación en cualquier punto del globo, varias cosas han cambiado. Un no-lugar, para ser concretos, es un supermercado, un aeropuerto, una habitación de hotel, un shopping center… Es circunstancial, definido por el tránsito de individuos a quienes no representa. La tendencia actual, sin embargo, se orienta en una dirección diferente. Hoy, los grandes resorts, en su pretensión de albergar el lujo y la exclusividad, han perdido terreno frente a los hoteles boutiques que se esfuerzan por parecer casas. Los supermercados de las grandes ciudades se han aggiornado, adoptando estéticas de viejos almacenes, carnicerías o mercados callejeros.

Como diseñadora, siempre me atrapó el concepto de los “no lugares” precisamente porque me dedico a hacer todo lo contrario. La consigna básica de este trabajo es lograr que cada espacio sea un lugar, un ámbito que defina a sus propietarios, que los identifique, que despierte en ellos las ganas de permanecer. Es fácil cuando se trata de diseños residenciales, en ellos se tienen requerimientos muy específicos de la familia o de quienes allí habitan. Más empinado es el desafío cuando el diseño es comercial, porque hay que pensar no solo en el cliente sino en los clientes del cliente. Y más arduo todavía es cuando se trata de concebir un lugar donde pasa mucha gente.

Tal es el caso de este proyecto. Se trata de una recepción de un edificio ubicado en Pocitos. Un espacio de muchos y de nadie. Cuando propuse el diseño de este hall de entrada tenía la premisa de lograr un espacio cálido, elegante y, ante todo, sobrio. Fue pensado para embellecer el edificio, teniendo en cuenta las características de los apartamentos y su ubicación. Tratando de que los copropietarios se sintieran felices ante la nueva entrada a su casa.

La clave de esta decoración fue agregar un tabique que contiene el lugar. El mismo, revestido de madera, sirve de respaldo para un sofá hecho a medida para la recepción y procura desde el primer golpe de vista aportar calidez y sensación de hogar al estilo de las viejas casas montevideanas. Sobre este tabique se colocaron cuadros con planos de edificios antiguos y se adosaron dos lámparas de caireles para darle un toque de suntuosidad. Del mismo estilo es la araña, también de caireles, que cuelga sobre el mostrador que, por sus grandes dimensiones y sus molduras recargadas, se impone en el espacio.

Uno de los caminos más breves y efectivos para crear un “lugar”, en contraposición a un “no lugar”, es respetar el legado estético de su ubicación. Interpretar la identidad de su entorno, sus líneas históricas, su acervo simbólico y sus raíces, aunque desde una re lectura moderna y atractiva. En este caso, el desafío consistió en reproducir las líneas clásicas de los viejos edificios y casas de Pocitos con toques más eclécticos y cosmopolitas.