vida sana
Huerta de hierbas en casa, ¿Te animás a hacerla vos misma?, por Mery Bernardi
01 Sep 2023
Comienza setiembre, el mes de la primavera y los primeros calores se hacen notar. Los días son más largos, las tardes más agradables y los jardines florecen. Si caminas por la calle y los viveros, podes sentir las oleadas de jazmín, lavanda, romero y tantas otras. Yo suelo usar muchas hierbas para cocinar, saborizar y aromatizar platos. Y no les puedo decir lo cómodo que es hacer un guacamole y saber que tengo cilantro en el fondo. O preparar un Mojito, poder ir a la huerta y tomar las dos ramitas de menta que necesito. O una ensalada Capresse y no andar pensando en salir a comprar albahaca. Además, a decir verdad, a no ser que cocines grandes cantidades de lo mismo, las hierbas compradas terminan muchas veces en el fondo de nuestras heladeras, en mal estado, desperdiciadas. Si quiero decorar un plato, necesito solo una florcita de albahaca o unas hojitas de tomillo. ¡Es hermoso tenerlas a mano, frescas y listas para consumir todo el tiempo!
Esta fecha es perfecta para comenzar con tu propia huerta de hierbas. La abundancia de luz y el aumento de las temperaturas, son condiciones ideales para que las semillas germinen y crezcan. ¡Y no importa el tamaño de la huerta que hagas! Puede ser mini hecha en macetas, ideal para un espacio pequeño como apartamento o mono ambientes, o puede ser grande y espaciosa. El método para hacerlo y los cuidados que necesitan son los mismos.
Primero que nada, la próxima vez que vayas a comprar huevos, fíjate que vengan en huevera de plástico. Es perfecta para hacer que las semillas germinen de forma controlada. Haciendo estos almácigos podemos ver el proceso de cada tipo semilla y entender sus tiempos.
Usa los huevos y guarda la huevera. Compra algodón y las semillas que quieras. Yo suelo germinar albahaca, rúcula, ajíes picantes, perejil, cilantro, menta, ciboulette, tomillo y orégano. Son como mis básicos.
Paso 1: Tomar la huevera y hacer pequeños agujeros en cada “hueco”, en la parte inferior, donde antes había un huevo. El agujero tiene que ser como del tamaño de un lápiz o menos. Yo se los hago con la punta de una tijera, ¡pero ojo! Hacerlo con mucha paciencia y cuidado para evitar cualquier accidente.
Paso 2: Poner algodón en cada hueco, hasta la mitad. Vas a hacer como unas “camitas”; apretar un poco con los dedos. Mojar con unas gotitas de agua. Si ves que baja mucho el volumen de algodón pone un poco más (ya que, con el agua, los algodones se aprietan contra el fondo) Los agujeros que hiciste con la tijera sirven para que, si pones agua en exceso, esta se filtre y no quede estancada generando un charco. Es decir, el algodón va a absorber lo que necesite para estar húmedo, cosa que le viene bárbaro a las semillas.
Paso 3: Abrir el paquete de semillas. Coloca dos o tres semillas por hueco. Se ponen varias por si alguna falla. ¡Pero no pongas más de tres! Si son muy chiquitas, yo suelo manipularlas con una pinza de cejas que tengo destinada solo para eso.
Paso 4: Rociar con un spray manual cargado con agua, muy delicadamente. Que le caiga una lluvia apenas. Nunca usar el chorro de la canilla directo ya que las barre con la fuerza del agua. Si no tenés spray se puede usar un vaso o jarrita con pico vertedor, pero con extremo cuidado.
Paso 5: Ubicación; la huevera debe quedar en un lugar que tenga luz pero que nunca le dé el sol directo. Anda probando lugares de la casa hasta encontrar el que funcione. Yo muchas veces uso la parte de arriba de la heladera o cerca de la ventana de la cocina.
Y ahora a tener paciencia. Cada vez que notes que el algodón se secó, pone agua hasta humedecer. Vas a ir viendo como las semillas se abren, comienzan a largar brotes, raíces, hojitas, etc. Es la vida misma ante tus ojos. Una vez que alcanzan aproximadamente los 8 cm de altura, y ves que el tallo es lo suficientemente fuerte como para poder soportar la manipulación, significa que están prontas para ser trasplantadas a una maceta, una huerta o a donde quieras. Pero este debe ser su lugar definitivo. No podés trasplantarlas a cada rato porque de esta manera, las plantas sufren y pueden morir. Algo importante… por más que a esta altura las veas chiquitas, cada semilla termina transformándose en una planta adulta. Así que mucho cuidado con poner muchas semillas o brotes juntos por miedo a que sea poco. Paciencia y vas a ver cómo crecen.
Las plantas definitivas deben quedar en un lugar luminoso, aireado, pero en lo posible bajo techo. Para evitar posibles heladas, soles y vientos fuertes, o cualquier otra inclemencia o suceso inesperado del tiempo. Regalas periódicamente, sobre todo cuando veas que, al hundir el dedo en la tierra, esta está seca. ¡No riegues en exceso! Y si ves que la tierra de la maceta o de la huerta baja en volumen, agregale compost orgánico. La mejor comida que podés darle a tus plantas. Nada de mata plagas ni insecticidas ni productos químicos. Pensá que, de una manera u otra, vas a comerte estas plantas. Y vos, ¿te meterías veneno en la boca? Si atacan las hormigas, pone montoncitos de arroz al lado de los tallos. Si atacan la babosas o los caracoles, hace trampas con cascaras de huevo alrededor de las plantas o pone una botella enterrada hasta la mitad, recorta una puertita y llenala con cerveza hasta el límite de la tierra. El olor atrae a los caracoles y van a comer allí, dejando tus hierbas en paz.
Anímate a hacer tu huerta. ¡Te va a encantar!