confesiones
Día Internacional de la Mujer: la historia de ANA
07 Mar 2018
Contame, ¿vos fundaste Giraluna, entraste, cómo es?
Giraluna la funda el párroco de la parroquia de Nuevo París, Víctor Hugo, que no solo la funda sino que le da la impronta capuchina, francisana sobre todo… con lo que eso implica, que es el valor del ser humano y el valor del mundo como nuestro hogar, donde todos tenemos nuestro hogar, animales, vegetales, somos todos uno y con esos valores y con los valores de justicia social que en la década del ’80 estaban muy opacados y prisioneros de una dictadura. La Iglesia fue uno de los canales donde las convicciones humanas lograron su escape.
¿Cuál es el objetivo principal de Giraluna?
Reconocer que hay una injusticia social, que no está bien, que no es justo que según donde nazcas las oportunidades que tengas en un país tan chico, y que además no se haga nada. El objetivo es trabajar con niños, al principio solos y luego con las familias. Eso fue en el inicio en la década de los ’80 y se inicia con gente voluntaria.
¿En qué rol entraste?
De maestra en el ’94 porque si bien se tenía este perfil que hoy lo tenemos más arraigado en el trabajo del arte como transformador y devolver a los chiquilines una visión positiva y que nuestro con el mundo sea desde ese lugar, siempre positivo, reflexivo y cuestionador.
¿Hoy cómo funciona?
Hoy, escuela, liceo, bachillerato y tenemos chiquilines en facultad. Proceden del mismo perfil. El perfil nuestro es de chiquilines que provengan de asentamientos, de lo que llamábamos antes cantegriles, igualmente las condiciones han cambiado, sin duda. Pero en ese momento entró como eso, vínculo con la escuela, vínculo con las instituciones formales y ahí también hubo un duro cuestionamiento de porqué tener que ir a la escuela.
¿Cómo llegaste acá en el ’94? ¿Qué te impulsó a entrar?
En realidad, desde que empecé a estudiar Magisterio tenía claro que la educación, mi rol, mi función y visión dentro de la educación iba a ser trabajar por la gurisada que estaba fuera de un sistema y que no entendía cómo. Inmediatamente que yo me recibí, ahí hice todo lo que había que hacer, tuve mucho apoyo de mi familia porque mi familia tampoco es una familia de la clase alta, mi mamá es maestra, mi papá gerente de una textil, que no existe más, pero sí con mucha conciencia, familia católica, de esto que “o se para todos o no está bien”. Hay algo que tiene que hacerte pensar en ese otro que no está, o que está sumergido o que no disfruta de lo mismo que uno.
Conocí a una maestra que su hermana trabajaba acá. Empezamos a hablar y ella necesitaba una maestra, yo decía que no quería trabajar doble porque quería dedicar toda mi energía a la escuela pública, pero ella necesitaba e hicimos la prueba. Y en ese momento era una pieza del proceso de independización que en mí fue a los 26 años, tarde para otros momentos. Ahora tal vez se quedan más en casa, pero a esa edad empecé que tenía que sustentar mis cosas económicamente y entre esas cosas mi terapia para abrirme al mundo que generaba muchos desafíos que eran que nadie te los contó, no sé. Eso también estaba mucho.
Cuadró en ese momento contigo.
Cuadró, era esto y fue esto. Y no me fui más. Fallece mi papá en el año ’97 y yo ahí hago el intento de irme. Había desarmado el equipo por una situación y me dicen “no te vayas por favor”.
Justo te iba a preguntar si hubo algún momento que dijiste “me voy, abandono”.
Enseguida ahí. A los tres años, pero porque hubo un cimbronazo de equipo y yo me sentí sin la fuerza de mantener todo esto. Él me dijo que tenía que hacerlo y el tener que hacerlo fue que me quedara yo y dejara ese año la escuela. Falleció mi papá, tuvo un infarto y tuve que ayudarlo con su negocio y dejé la escuela por un año y me vine acá y ayudarlo siendo fletera. Fui fletera y cobraba cosas de mi padre y esas cosas y ahí conocí mucha gente que hoy inclusive nos da una mano en Giraluna.
¿Cuál fue tu mayor logro o experiencia más rica acá desde que estás?
Creo que la experiencia más tocante tiene que ver con ver a Claudio que es un giraluno, hoy docente de danza. Él fue alumno de acá. Recibirlo y verlo que está decidido a dedicarse a la educación, vivir su vida feliz aunque no sea dentro de los parámetros que la sociedad nos indicó en su momento. Verlo ser parte del equipo técnico sentado ahí después de que uno lo persiguió con 12 años, queriendo dejar de estudiar. Uno lo iba a buscar, situaciones judiciales complejas, peleando por una concepción del lugar que tienen que tener la niñez y el adulto. Tal vez sea profesional o personalmente, si uno las dos, eso es lo más importante que ha generado Giraluna. Y que ha generado en Claudio porque lo vemos y lo tenemos nosotros. Pero tenés a Ana Caren que hoy está haciendo quinto año de Medicina, Tamara recién terminó Bachillerato y Anita está terminando… y los proyectos de vida. Ser parte de la vida de ellos y ellos ser parte de nuestra vida, es un lujo.
¿Tenés algún aprendizaje importante que tengas además de estar acá?
No existo sin esto. Pero es que nosotros somos eso. Nosotros nos construimos con el otro y a mí me construyeron ellos. Yo construyo también, pero ellos a mí. Y no sería lo que soy hoy. Y hoy soy una mujer feliz.
¿Tenés alguna frase de cabecera que te de fuerza?
Al infinito y más allá. Es lo que identifica a Giraluna.
¿Cómo soñás que siga creciendo este lugar?
Me encantaría que fuera un centro referencial que tuviera todo, una piscina divina. No tener que pelear todos los veranos y salir a buscar dónde disfrutar de un verano. Eso es doloroso. Mi sueño es tener un lugar súper amplio con una piscina que sea nuestro, que tenga lugar para trabajar música, plástica, que sea para este barrio, para Nuevo París, Yugoslavia, para todas las familias de la zona, sin restricción de las organizaciones. Sí con organización, nosotros somos muy así. Los pilares de Giraluna son “creatividad, disciplina y amor”. Que sigamos y sigamos generando mujeres y hombres parte de una sociedad y orgullosos de eso.
¿Qué granito de arena sentís que sumás con tu trabajo acá a la sociedad?
Básicamente pelear contra la pobreza y contra el concepto de que tiene que haber una pobreza. Las mujeres tenemos como una percepción de muchas cosas, tenemos percepciones que tienen que ser oídas y que nosotras mismas tenemos que poder consentirlas.
Te hago unas preguntas más técnicas. ¿Cuántos chicos vienen hoy acá?
Acá en este lugar que estamos hoy, 75. Pero Giraluna trabaja con 130.
¿De dónde vienen?
De varios asentamientos de la zona, de zonas extremadamente vulnerables y vulneradas, 19 de abril, 6 de diciembre, Barrio Yugoslavia, vienen del Plan Juntos…
¿De INAU qué tienen convenio?
Claro, en realidad tenemos convenio con INAU para trabajar con familias vulnerables y vulneradas. Provienen niños que INAU nos deriva especialmente, del Poder Judicial o a veces se llega por una policlínica, por una escuela, pero la población nuestra son niños, niñas y adolescentes vulnerables y vulnerados en sus derechos económicos, sociales, familiares.
¿A partir de qué edad vienen?
Entrevistada: Cinco años y continúan. INAU nos da un convenio hasta los 18, acá tenemos un Centro Juvenil, pero continúan. Hoy tenemos chiquilines de 19 o 20 que siguen estudiando y necesitan del apoyo de Giraluna y siguen viniendo.
Me imagino que esto es como un segundo hogar. Tienen una conexión…
En realidad es un apoyo, una contención. Como de una familia extendida.
¿Vienen antes o después de la escuela?
Van de mañana al jardín, escuela o UTU o liceo y después vienen para acá.
¿Acá qué tipo de actividades hacen?
En realidad, nuestro enfoque es hacia las artes. Tuvimos de todo, tuvimos una etapa que se intentó hacer lo pre-ocupacional con panadería, albañilería, pero luego hicimos énfasis en las artes porque en realidad es una herramienta fabulosa para el encuentro con el otro. Nosotros tenemos que lograr que el chiquilín participe, forme parte de, se identifique con Montevideo por decirte “mi lugar”. Mi Uruguay, mi mundo y sean parte de eso constructivamente.
También nos mostraste la huerta.
Claro. Entonces en el abanico de artes tenemos teatro, percusión, música, danza, plástica. Después recreación, huerta, apoyo escolar, educación física que los adolescentes van a la Plaza 7 a nadar dos veces por semana. Y hay apoyo psicológico grupal en los dos lugares. También individual. Después tenemos apoyo psicológico a las familias y socialmente con la trabajadora social. Y ahora estamos recibiendo, que tal vez no lo dijimos en su momento pero es otro de los logros que pesan mucho, que es recibir a los hijos de los que empezaron. Son mis nietos les digo yo. Se cortó esto de un ciclo que la pobreza genera pobreza. No. la pobreza genera otras cosas y en este caso transforma a través de lo que hacemos y somos.