¡Hola mi gente linda del blog!

Acá vengo de nuevo con algo relacionado con la convivencia. No es nada muy largo ni nada que no se haya dicho antes. Pero el otro día me pasó algo que me pareció bueno compartir acá.

Florencia tuvo una despedida de soltera de una amiga de ella, por lo tanto se me fue el sábado en la mañana y la fui a buscar el domingo en la tarde.

Cuando estábamos de novias sin vivir juntas, uno extraña pero lo normal de cuando no ves a alguien. Cada una vivía en su casa, dormíamos juntas los fines de semana y eso, pero el extrañar era diferente. También estaba bueno tener nuestros espacios y cosas.

Todo cambió desde que vivimos juntas. Ella como yo, nos acostumbramos a la compañía. Estamos juntas todos los días. Es mi mejor amiga. Tenemos rutina. Ella llega a las 19 y ya la estamos esperando con Chester (el perro). Lo fines de semana tenemos nuestras cosas. Ahora miramos Netflix juntas y las series las compartimos. Todo es de a dos. Claro que cada una tiene su espacio y su momento. Yo trabajo desde casa y estoy sola y ella trabaja en una oficina y llega de tardecita.

El otro día se fue y fue horrible. No sabía que hacer en todo mi sábado. Cuando me fui a dormir aún más la extrañaba. Pero fue ese sentimiento de extrañar que nunca había sentido antes.  Real. Profundo. Fuerte. Ese que te surge con el amor. Pasó 1 año de que estamos de novia y nada fue bajando, todo se intensificó.

Como siempre les digo, cuenten sus experiencias. Esta que me pasó tenía que contárselas.