Josephine es una adolescente inquieta, la segunda de las hijas de un matrimonio que vive en una gran mansión durante la Guerra Civil en EEUU. Su gran sueño es convertirse en escritora y vivir en Europa para poder hacer guiones de teatro. Sus aspiraciones se ven detenidas por una realidad dura y triste: la de ser mujer en esa época.

La historia transcurre principalmente dentro de la casa, donde las hermanas conviven, crecen, y se preparan para casarse y formar una familia propia. Pero Josephine no quiere eso. Ella está dispuesta a viajar y descubrir el mundo para desprenderse de una vida que le aburre y de un futuro como el de toda señorita de la época, que no le motiva.

Josephine refleja ese espíritu rebelde de toda mujer que quiere transgredir. Ser transgresora no significa nada negativo, sino un estilo de personalidad que la caracteriza. En esa época no ser obediente y respetuosa significaba una traición a la familia, pero hoy en día también.

La película nos abre a la pregunta: ¿hasta dónde se puede pelear por los sueños de una? ¿hasta dónde la obediencia se transforma en una traición hacia nosotras mismas y hacia nuestros deseos?

De ahí que se la considera una obra sobre la evolución personal, porque Josephine rompe con las guías de conducta para señoritas, esas por las que muchas mujeres hoy por hoy abandonan sueños y proyectos propios.

Mujercitas, 1994.