Si bien la he visto muchas veces, no dejo de maravillarme con su estructura, tamaño y colores. Y por si fuera poco, pertenece a nuestra flora autóctona. Ella es la Passiflora caerulea.

 

Esta planta es muy ornamental por la vistosidad de sus flores, y por ello es muy apreciada en la jardinería. Sin embargo, es poco cultivada en nuestro país.

 

Tiene muchos nombres comunes, algunos son Mburuyá y Flor de la Pasión, llamada asi por los españoles, que encontraron semejanzas a diferentes símbolos relacionados con el sufrimiento de Cristo.

 

La Passiflora caerulea es una  planta trepadora perenne nativa de America del Sur, crece naturalmente en Brasil, Argentina y Uruguay principalmente.

 

Sus hojas son alternas, palmadas, verde oscuras, y sus flores son muy llamativas, grandes y solitarias, de color azul blanco y púrpura. Sus frutos son bayas ovoides color naranja.

 

 

Esta planta tiene propiedades medicinales, todas ellas relacionadas con el sistema nervioso.

 

Esta es una planta que logra trepar en base a zarcillos ubicados en la base de sus hojas, que utiliza para enroscarse en árboles arbustos o cercos. Esto nos lleva a que como cuidado debemos tener en cuenta que debe tener un apoyo para lograr crecer. También tenemos que tener en cuenta que para asegurarnos que la planta florezca, debemos ubicarla en exterior en semisombra o sol, o en interior en una habitación muy iluminada. Durante los meses de primavera y verano debemos regarla frecuentemente, mientras que en otoño e invierno podemos regarla una vez por semana aproximadamente, siempre evitando el encharcamiento.

 

Luego de la floración de la Passiflora debemos podarla pudiendo cortar hasta tres yemas de los tallos que hayan florecido.

 

Como siempre, recomiendo ampliamente empezar a introducir flora autóctona a nuestros jardines, terrazas o espacio verde que tengamos. Es muy importante conocer y cuidar lo nuestro. Si están pensando en una trepadora, esta es una gran opción.

 

Foto sacada por: Ines Rial