María es una joven alegre, que vive en un convento de Austria en época de pre guerra. Un día es enviada al hogar de una familia, como institutriz de los hijos de un hombre viudo.

Ella ingresa a una casa lujosa donde hace falta el amor de una madre. Se refleja en las caras y comportamientos de los siete niños que debe enseñar. El padre de familia es un hombre frío y distante que también sufre la ausencia de su pareja.

En este contexto general de enfrentamientos, y específico de un hogar desarticulado, María logra que los niños, desde la mayor, ya adolescente, a la más chiquita, puedan confiar, aprender y divertirse nuevamente.

A través de María descubrimos la fuerza que tiene la música para unir personas. Ella nos muestra que la imagen femenina en el hogar es importante. Esa calidez especial y propia de las mujeres al tratar con niños y adultos solitarios, es irremplazable.

María es la fórmula perfecta para sanar a una familia entera, por la alegría de vivir, por su creatividad aplicada a la educación, por su rebeldía loca y divertida, que traspasaba su rol como novicia de la Iglesia, y por el sonido de su música, capaz de transformar el dolor en felicidad.