Frances es una mujer de 35 años que vive en una gran ciudad y un día le ocurre algo que le puede pasar a cualquier mujer: se divorcia. Luego de pasar toda esa situación traumática y decepcionante, una buena amiga le regala un viaje para desconectarse y tomar un poco de aire. Lo que empieza como un paseo temporal para ella, termina siendo un nuevo camino en su vida.

Bajo el sol de la Toscana, Frances vive todo tipo de experiencias, desde romances que no terminan bien hasta amistades duraderas. Lo esencial es que en todo ese trayecto se vuelve a conectar con ella misma porque decide tomar ese viaje como enseñanza, se deja sorprender y descubre facetas de su persona que no conocía. El personaje se presenta como un alma en pena al inicio y se va transformando en luminosidad y pura belleza hacia el final del film.

 Que importante es tomar una situación de crisis como una oportunidad para empezar de nuevo y evolucionar. Más allá de que esta película es particularmente pintoresca por sus paisajes italianos, vale mirar más allá de la locación y descubrir que el mensaje de fondo nos transmite alegría, esperanza y sobre todo fe para saber que cualquier situación por más oscura que parezca, si una misma quiere y busca la luz, la encontrará.