La señorita Miel, agradable y dulce, como lo indica su nombre, es una mujer solitaria y con una niñez muy sufrida. Pero más allá de que parece un personaje débil e infeliz, esconde una gran fortaleza y es la única que gana el cariño de Matilda, la niña superdotada.

 

La película toca un tema muy interesante y actual: la educación. Hay varias cuestiones entorno a esto ¿cómo educar? ¿cómo deben encarar las clases los profesores? ¿qué es importante considerar a la hora de poner límites o de presentar propuestas educativas? La señorita Miel representa todas esas respuestas en un único concepto, la capacidad de escucha. Es una mujer que va más allá de sus problemas y se toma su tiempo para atender y entender a sus alumnos. Es sensible, inclusiva ante una niña con capacidades especiales como Matilda, pero además es divertida, alegre y creativa al enseñar y aunque parece tímida, hace frente a los malos tratos y reglas inhumanas de la directora Tronchatoro y de los padres de la niña.

 

Esta obra muestra varios perfiles de educadores, de los que se puede sacar miles de diferencias y errores a la vez, pero vale la pena destacar la falta de atención y de escucha de los padres hacia Matilda y de la directora de la escuela ante los alumnos. La señorita Miel desde el inicio atiende cada necesidad con gestos de cariño. Y el resultado es positivo. “Cree en tu poder con todo tu corazón” es uno de los tantos consejos que le da a Matilda. Así es que termina convirtiéndose en su única familia. Ojalá hubiera más educadores de escuela y hogar como la señorita Miel, que contagien entusiasmo y logren formar muchos niños felices como Matilda.