confesiones
Cuando uno cree necesitar más atención que los demás, por Belu Mare
07 Nov 2017
Esto tiene algo que ver con lo que escribí la última vez. No es una continuación pero todo está unido. Estos temas me encantan porque nos pasan a todos y a mi muchas veces me pasa que escribiéndolos me doy cuenta de cosas mías o aún mejor, me dan ganas de ayudar a los demás.
No puedo quejarme que mi infancia y adolescencia fueron bastante tranquilas. Si tuve mis problemas en el colegio de rebeldía y enfermedades como la anorexia. También la etapa de probar cosas y conocerse uno mismo. Pero tengo que agradecer que esos problemas fueron propios del crecimiento y que mis papás estuvieron siempre no para criticarme sino para apoyarme. Sumado a que siguen casados y nunca tuve que pasar por el trauma de la separación y peleas. Por esa misma razón, voy a hablar en el blog de hoy de la experiencia de otra persona para poder llegar a donde quiero llegar. Es importante aclarar eso.
Cuando esta persona era chica era un chico común, amigable, inteligente pero al mismo tiempo un completo boludo. ¿A qué voy con eso? Al clásico adolescente rebelde que yo también pase por esa y hoy miro hacia atrás y no puedo creer las cosas que hacía. Rompió tanto las pelotas en la escuela que lo echaron y todo ese año estudió en la casa. Obviamente los padres lo castigaron, le tiraron todos los cds, posters y demás que tenía en el cuarto, le hicieron cortarse el pelo y todos esos castigos clásicos de adolescentes año 90’. El papá lo llevaba a trabajar con el todos los días así llenaba papeles y lo ayudaba con las cosas. Cuando ese año terminó, lo anotaron en una escuela privada católica así lo ‘enderezaban’.
Cuando al fin todo estaba en su lugar y él había entendió todo lo que hizo mal y ya estaba creciendo y dándose cuenta solo de las cosas, los papás deciden divorciarse.
O sea que en tan solo 9 meses perdió a todos sus amigos, su forma de ser, sus cosas del cuarto, su vida de adolescente normal y a su familia también.
Pero el problema en su casa no eran todas las cosas horribles que estaban pasando porque sus papás se peleaban y se decían cosas feas, sino que no se decía nada. Una vez que los papás se aseguraron en hacerles entender que la culpa no estaba en él ni en sus hermanos, empezaron con la logística de que días estarían con uno y con el otro.
Sus papás no tenían la culpa. Tenían sus problemas y sus historias como todos y así también como los papás de ellos la tuvieron. Y como nos pasa a todos, algunos de esos problemas nos lo pasan a nosotros los hijos así como nosotros lo haremos sin querer con nuestros hijos.
Cuando suceden cosas así y no las resolvemos o sentimos que son problemas que jamás vamos a poder resolver, uno se siente miserable y triste. Uno empieza a sentir que es diferente a los demás y que las reglas para uno tienen que ser distintas. ¿Qué pasa? Se convierten en personas que creen necesitar más atención o privilegios que los demás.
Algo muy común cuando uno se siente así es en tema relaciones. Estas personas necesitan constante aceptación. Necesitan probar que realmente los aman, que los necesitan. Muchas veces hasta usan a las personas para llenarse ellos mismos y después se sofocan y se van. Clásico, ¿no? Estas personas tienen relaciones superficiales y enfermizas. No buscan placer y sexo, buscan ser aceptados, ser deseados, sentirse valiosos.
Son individuos que se sienten con el derecho de decir o hacer lo que ellos quieren, ignorar los sentimientos del otro, romper la confianza y después pedir disculpas.
El tema acá es que no hay algo llamado problema único o problema personal o mi problema es el más problema de todos. Si tenés un problema, seguramente miles de personas lo tuvieron en el pasado, lo tienen ahora y lo tendrán en el futuro. Y seguramente personas que vos conoces también. Obvio que eso no minimiza tu problema o hace que duela menos. No tiene nada que ver. Sino que uno no se tiene que sentir víctima o que solo a vos te pasan esas cosas. Significa que no sos especial, no sos único.
Y sé que esto nos está pasando a todos y más aun a mi generación (89) y las que son todavía más chicas. Somos egoístas, creemos que todos los problemas son nuestros y de nadie más y que a nadie más le pasa lo que nos pasa. Melodrama constante. Nadie nos puede molestar y si algo nos molesta se saca y listo. Por ejemplo: estamos en una clase y hay algo ofensivo que hay que dar, se cambia de tema para no herir los sentimientos de nadie. En la era que estamos más conectados que nunca, más modernos que nunca, sentir que tenemos esos privilegios esta mas latente que nunca.
Cuanta más libertad tenemos para expresarnos, nos molesta que otros opinen sobre lo que decimos. Cuanto más libre somos de tener nuestro punto de vista, más nos molesta los que hacen cosas diferentes. Lo vemos en las redes sociales todo el tiempo. Yo ya escribí un artículo hace unas semanas sobre la violencia que tenemos ahí.
Otra vez, hay que reflexionar. Otro ejercicio.
Cada vez que termino de escribir sobre algo me doy cuenta que a mí también me pasan muchas de estas cosas a nivel personal. No digo que mejoremos todos leyendo esto pero al menos estos 5 minutos de lectura te remueve un poco algo y sirve.
Gracias.