Serrana del Castillo es artista plástica, diseñadora gráfica y comunicadora. Después de muchos años trabajando como creativa en agencias de publicidad, decidió dar un giro que le permitiera tener más tiempo para dedicarse a su verdadera pasión: la pintura.

Su hogar refleja los tonos y texturas de una nueva generación de artistas uruguayos que se animan al color. En cada rincón, hay pinturas y objetos que contienen una historia y valor sentimental. Hasta los pisos crujen y parecieran querer contarnos algo.

La simpleza y humildad de Serrana es entrañable. Al igual que sus pinturas, es frontal y alegre. Tiene un ojo para encontrar lo bello en lo cotidiano y su entusiasmo no discrimina entre lo existencial y lo mundano. Ella pinta lo que ve y lo que siente y, lejos de casarse con una técnica, explora diferentes medios expresivos dependiendo de su impulso creativo.

Para ilustrar la foto de portada de Ferpectas en Facebook, Serrana se inspiró en una mujer que tiene la mirada en el cielo pero los pies en la tierra. Te compartimos la charla que tuvimos con ella en su casa:

¿En qué te inspiraste para la ilustración de Ferpectas?

Leí las notas publicadas en el sitio y lo que se le proponía a esa mujer ‘ferpecta’. Ilustré a una mujer rodeada de algunas cosas banales del día a día y algunas más profundas. Es una mujer que piensa, que sueña, que está activa, que se relaciona y que tiene algunos gustos que pueden ser más superfluos y otros más profundos.

Me gustan las mujeres fuertes, por eso dibujé la dibujé con el brazo así. Las mujeres tenemos una parte más soñadora, que piensa y está ideando cosas constantemente; pero también una parte más hacedora, esa mujer que genera y concreta, la ‘súper mujer’.

En general, todo lo que yo hago está muy bañado del universo femenino. Creo que si ves mis dibujos se nota que los hizo una mujer: por la paleta, por el trazo… me encanta trabajar para marcas femeninas pero no desde el rol de la mujer súper estereotipada. Al contrario, con una visión de la mujer actual, teniendo en cuenta el universo de temas que verdaderamente le importan.

Cuando trabajé para marcas siempre traté de alejarme de esa figura de mujer arcaica y tratar de construir algo más actual, una mujer que es como todas nosotras: actualizada, que hace miles de cosas, sin que sea un cliché.

 

¿Cuándo empezaron tus ganas de pintar?

Pinté desde niña. Mi padre, Héctor del Castillo, también es pintor y siempre pinté con él. También fui a muchos talleres y estudié Comunicación. Era la carrera que más se asemejaba a lo que me gustaba. Hice Comunicación y Bellas Artes. Después dejé Bellas Artes porque Comunicación parecía ser una carrera más formal.

Cuando empecé a trabajar con agencias de publicidad, me acerqué al mundo del diseño gráfico y me encantó. Si ves lo que hago todo tiene mucho de ese mundo: no uso degradés y me encantan los colores más planos.

Éste dibujo lo hizo mi padre y soy yo con el uniforme del colegio.

 

¿Sentís que tu trabajo te influyó como artista?

Sí claro, y lo mismo a la inversa. Mi trabajo artístico me influyó muchísimo en mi trabajo como publicista y mi vínculo con el diseño gráfico influyó mi parte artística. Son dos universos que tienen mucho que ver. A mí me encanta todo lo que es la cartelería, tipografías, me gustan los colores planos, resolver el dibujo en el espacio que tenga. Y creo que todo esto tiene mucho que ver con el diseño gráfico.

¿Qué artistas mujeres te gustan o te inspiran?

En lo que refiere a la música hay un montón de artistas que me encantan y que escucho mucho. Cuando era chica me encantaba The Cranberries. A Patti Smith también la amaba. Siempre me gustaron las bandas con mujeres o lideradas por una mujer. Como artista plástica admiro mucho a Frida Kahlo y de Uruguay me gusta Claudia Anselmi. Son todos íconos fuertes, artísticos, estéticos. Tamara de Lempicka también me encanta.

¿Cómo ves a los artistas de hoy y cuáles son tus desafíos como artista joven?

Siento que antes la media del arte en Uruguay tenía otra paleta. Ahora está lleno de artistas que son unos genios y que se animan a paletas más fuertes. Está cambiando todo, cada uno hace su rollo y está buenísimo. También hay muchos ilustradores y antes no había casi. Incluso a nivel publicitario se está usando la ilustración para representar ideas y transmitir mensajes, lo cual me parece bárbaro.

A nivel personal, siempre es un desafío encontrar el camino que considero creativamente bueno, en el que sienta que yo puedo construir algo nuevo. También siento que a veces es difícil encontrar oportunidades para hacer, para generar cosas interesantes, para conocer gente con la cual trabajar en equipo para proyectos interesantes.

Vimos que ilustrás muchos mapas, ¿cómo elegís los elementos que incluís en cada uno de ellos?

Cuando vuelvo de algún viaje paso línea y dibujo lo que me quedó del lugar en el que estuve, sin mucha edición. Después voy viendo cómo acomodo esos elementos en mi cabeza y los dibujo. Hay gente que viaja y va dibujando, yo no lo hago. Lo que vuelve es la forma en la que yo vivo ese lugar.

Por ejemplo, en el de Montevideo puse las casas como ésta, el Palacio Salvo, el Fun Fun, el medio tanque, los barcos que siempre están en la aduana, el Solís, las palomas que están por todos lados… Una vez que tengo lo elementos de cada lugar, los voy acomodando y voy viendo; a veces lleva más tiempo y a veces el dibujo sale más fácil.

¿Qué objetos de tu casa sentís que más te representan?

Mi casa está llena de objetos y la verdad es que pocos son comprados. Muchos son muebles que estuvieron en mi familia toda la vida. En realidad para mí lo más importante que tengo son los cuadros. Muchos de ellos son de mi padre, otros son de otros artistas de acá como Walter Aiello o Atilio Buriano.

Tengo una escultura de Broglia, de J.J Núñez, todo eso me encanta. Tengo muchos libros de diseño y de arte que me gustan y ahora con mi marido estamos empezando a coleccionar discos de vinilo. Nos gusta de todo en la música, re variado, compramos discos de rock, de jazz, de folklore…

“Éste es el cuadro que me pintó mi padre cuando me casé. El poema que aparece es de un amigo suyo, Jorge Arbeleche, y dice: ‘ellos han edificado su propia casa. Casa del aire. Casa del desnudo abierta al sueño. Han levantado su propio puente levadizo y en la más alta torre está su sitio donde el fuego se amiga con el agua y se confunde la noche con el día…’ Y en el balcón está toda nuestra familia.