“Tuve muchos momentos felices, pero creo que los más felices fueron los nacimientos de mis hijos y nietos. Cuando fui madre sentí que todo lo que había hecho antes tuvo un nuevo sentido. ¡Es un aprendizaje muy grande! El amor de madre te enseña la importancia de dar, compartir, entender e inventar.

Creo que la felicidad es una suma de varias cosas. Es muy importante estar en armonía con uno mismo y tener gratitud por lo que uno tiene, más allá de si es mucho o poco. Ser feliz no tiene nada que ver con que te aplaudan, lo que verdaderamente importa es que tú mismo te aplaudas.

Este año cumplo 34 años de casada y creo que las claves para un matrimonio feliz, son: escuchar, comprender y callar. La pasión dura poco, pero el amor incondicional que viene del entendimiento profundo es algo muchísimo más duradero.

Yo pasé por varias etapas en las que había un rol protagónico: primero fui esposa, después trabajé, después fui mamá y, finalmente, cuando mis hijos ya eran más independientes, empecé a volcarme a las cosas que verdaderamente quería hacer. Ahí empecé a darme el tiempo para desarrollarme en terapias alternativas. Fue algo que empecé a hacer porque yo sentía la necesidad y eventualmente vi que también podía ayudar a otros. Para mí es muy gratificante ver cómo se siente una persona después de recibir una terapia y eso fue lo que me llevó a seguir profundizando en este camino.”