María

“Nos conocimos hace 10 años en la facultad de arquitectura. Tocábamos juntas, con otras amigas y músicos invitados, en una banda que se llamaba Sue. No tenía un género especifico, era fusión. Nos juntábamos los viernes a tocar un rato…

 

Después empecé a aprender a tocar chelo y no continué estudiando arquitectura. Ahora estoy totalmente dedicada a la música, porque es algo muy importante para mí, me encanta. Actualmente estudio composición contemporánea y estuve un año en La Plata estudiando música popular, como folclore, entre otros ritmos de Argentina, porque acá no existe esa rama en la universidad.

 

Lo que más disfruté de la banda fue el proceso de exploración y el trabajo colectivo, con el que te vas descubriendo y a su vez construyendo. Lograr que un grupo de amigos se junte a tocar y arme cosas juntos no es fácil, porque te tenés que identificar, tener gustos en común y tener toda la libertad para expresarte.”

 

Bethania

“Una vez salió un toque en El Tartamudo Bar. Los primeros años tocábamos covers y depués nos copamos y empezamos a inventar. Lo que más disfrutábamos era compartir ese momento juntas, porque las ideas siempre surgían en los ensayos después de horas de charlas.

 

Dejamos de tocar por proyectos personales. A veces trabajar y estudiar a la vez te deja poco tiempo para hacer otras cosas.

 

Siempre surgen las ganas de volverse a juntar. Para mí la música en este momento es un debe, siempre me ha quedado pendiente por tener que resolver otras cosas. De aquellos años valoro que ninguna de nosotras era profesional y que fuimos creciendo con el proyecto, aprendimos a componer. Yo tocaba piano, había aprendido todo muy estructuradamente, me costaba expresar mis propias ideas, pero gracias a la banda pude desarrollar esa parte, encontrar cuál es nuestro estilo y descubrir qué es lo que nos gusta.”