“Hace seis años hice el viaje de arquitectura. Fue espectacular. La etapa del viaje es como un paréntesis en la vida. No podría volver a viajar así. Fueron siete meses a full en los que te olvidás de la vida normal que tenés. Podría volver a viajar un mes, pero no por más tiempo ni de esa forma, tampoco con las mismas energías.

Yo estaba viviendo en Ciudad de la Costa y me vine a vivir a Montevideo hace pocos días. Sé que en un tiempo lo consideraré uno de los momentos más felices de mi vida, porque es definitorio. Siempre viví en Montevideo, pero hace cuatro años que vivía en Canelones y si bien fue una buena experiencia no sentí que fuera mi lugar y quise volver. Es un mojón porque en Montevideo están mis amistades, mi familia, mi trabajo y en cierta forma antes estaba alejada. Además, es un lugar con el que me siento identificada.

No tengo una buena relación con mis padres y eso para mí fue un aprendizaje constante. Me formaron con una relación que siempre fue muy tensa ante la que tuve que ser fuerte. Entonces aprendí que más allá de lo que los demás te den, vos tenés que ser lo que querés. Entendí que cada uno es diferente y que a veces te dan lo que pueden y lo que han recibido.”