La vocación artística de Melanie Cobham se vislumbra en cada rincón del taller donde nos recibió. La pared está cubierta de sus creaciones: dibujos, pinturas y citas que evidencian una caligrafía privilegiada. Hay decenas de cuadernos apilados en un rincón y sus interiores están repletos de dibujos de viajes, reflexiones y ensayos que reflejan su manera particular de ver e interpretar el mundo.

Es imposible no admirar la humildad de esta joven artista, de tan solo 23 años, al ojear sus cuadernos. Cada página refleja una profunda búsqueda de aprendizaje y una invitación a dirigir la mirada hacia adentro.

Desde que lanzamos Ferpectas, Melanie fue la responsable de crear decenas de ilustraciones para las notas de Astrología de Caro Goldsman. Hace tiempo queríamos acercarles su historia y, con motivo del cambio de estación, le propusimos diseñar la nueva foto de portada de Ferpectas.

Conversamos con Melanie sobre el proceso de creación de la ilustración – que es hermosa-, su amor por el arte y cómo lo cultiva en el día a día. Aquí compartimos con ustedes nuestra charla:

 

¿En qué te inspiraste para diseñar la foto de portada de Ferpectas?

Busqué representar algo que abarcara lo que yo sentía que era Ferpectas. Pensé en que las mujeres hoy se sentirían cercanas a una ilustración que inspirara libertad, juventud de espíritu, amor propio, festejo hacia la vida y un vínculo armónico entre el ser humano y la naturaleza. Por otro lado, busqué asociar lo idílico u onírico con lo real, lo posible.

Supongo que también muchas de nosotras desearíamos tener una vida un poco más aventurera y tiempo suficiente para llevarla a cabo. Durante el proceso de creación usé lápices para hacer los bocetos iniciales y, una vez definida la ubicación de cada elemento y su forma, los pinté con acuarela.

¿Cuándo descubriste que tenías una vocación artística?

Siempre me gustó dibujar y hacer trabajos manuales en general. De chica había un día a la semana que dedicaba a hacerle ropa a las muñecas y coser los peluches rotos. Dibujaba a la gente que veía a mi alrededor y les escribía canciones o poemas.

Como vivía en el campo no iba a muchos museos, y tampoco era un área que a mis padres les interesara especialmente. Mi primer libro de arte me lo regaló mi abuela, y recién en cuarto o quinto de liceo me puse a leerlo y a prestar especial atención a los artistas que nombraba, a las críticas que hacía de sus obras. En algún momento por ahí decidí que yo quería hacer eso de mi vida y me propuse una suerte de plan de vida para lograrlo.

Supuse que, como el arte es indefinible porque se compone de un montón de variables que son, en efecto, inconstantes (historia, contexto social, intereses, posibilidades de la época, ideales, tecnología, religión, etc), que lo más lógico sería aprender lo más posible de ellas para acercarme a entender lo que es el arte y lo que significa hacerlo.

También necesitaría practicar mucho, y decidí que llevaría siempre pequeños cuadernos conmigo, retratando fragmentos de la realidad cotidiana, mejorando mi técnica con el tiempo y con ella mis conocimientos del encuadre, la línea, el contraste, el balance, el espacio, etc. Empecé a leer sobre arte con una voracidad que daba un poco de miedo. Escribía, -escribo-, ensayos sobre lo que me preocupa y lo que me interesa de diferentes artistas y corrientes. Trato de estar actualizada en cuanto a nuevas formas de arte y de permanecer abierta a entender métodos artísticos que no comparto o que simplemente no elijo para mis propios trabajos. Supongo que la vocación como tal se construye siempre.

¿Cómo fuiste profundizando sobre esa vocación? 

En el liceo hice mi IB (Bachillerato Internacional) en Artes Visuales, y fue impresionante. Era la primera vez que me enfrentaba a todo ese mundo y no sabía cómo hacer para absorber la genialidad de tanta gente en tan poco tiempo. Quedé un poco obsesionada, y una vez que terminé, me fui a hacer un curso a una univerisdad en Londres. A la vuelta, empecé a estudiar Bellas Artes, Diseño Industrial y Comunicación. Actualmente, he puesto en pausa momentánea mis estudios en Bellas Artes y Comunicación hasta terminar Diseño Industrial, a principios de 2017.

Por suerte, tengo la fortuna de conocer gente que sabe bastante más que yo, quienes siempre están dispuestos a enseñarme aspectos básicos de sus disciplinas, discutir sobre alguna exposición o incluso contestarme mensajes desesperados a horas insólitas sobre el rumbo actual del arte contemporáneo.

¿Qué artistas te inspiran?

Uf, ¡tantos! Los grandes amores de mi vida artística son, sin duda, Escher y Magritte. Pero hay muchos otros… Hopper, Schiele, Cortázar (¿tenían que ser sólo artistas plásticos?), el uruguayo Oscar Larroca…

Si tuvieras que definir tu estilo cómo artista, ¿cómo lo harías?

Me gusta pensar que todavía tengo tanto por aprender y probar que sería injusto encasillarme en un estilo particular en este momento, pero sí podría decir que me interesa trabajar con temas como la (auto)percepción y su distorsión, la ambigüedad de lo “real”, el límite entre el “yo” y el “tú”, el libre albedrío (o su ilusión), los patrones en la naturaleza, lo absurdo del comportamiento humano, entre otros varios.

¿Qué sensaciones y emociones te gusta evocar a través de tus ilustraciones?

Me gusta tratar de controlar el tiempo de percepción que los observadores destinan a mi trabajo, en una era en que la cantidad de estímulos visuales es inconmensurable. Supongo que como todos, trato de mostrar una perspectiva distinta a lo hartoconocido, que permita cuestionar lo que antes se pasaba por alto.

¿Cuál sería el proyecto artístico ideal?

Uno en el que el tema con el que trabajo me apasione a tal punto en que a veces sueñe con él, y en el que pudiera dedicarle todo el tiempo que considere necesario, ya que a veces me resulta difícil encontrar el tiempo para desarrollar mis propios trabajos.

 

Pueden ver los trabajos de Melu en su página web: www.melaniecobham.com