confesiones
Mujeres de Montevideo: Romina
30 Sep 2016
“Uno de los momentos más felices de mi vida fue el día que nació mi hermana. Nosotras nos llevamos 11 años y me acuerdo que presencié el momento de su nacimiento porque, como mi madre no tenía donde dejarme, estuve en el hospital con ella y mi padrastro. Recuerdo esperar en un pasillo largo afuera de la sala y ver a lo lejos las dos puertas de la sala con la luz azul y la roja arriba. ¡Estaba deseando que llegue mi hermanita!
No me olvido más del momento en que se prendió la luz roja y me fijé la hora en el celular, ¡me emocioné tanto! Fue un momento hermoso que cambió mi vida para siempre. Ana Clara es mi única hermana y, a pesar de que vivimos lejos porque ella vive en Rivera con mi madre, sentimos una unión muy fuerte. Ahora tiene 7 años y, como yo soy la hermana mayor, trato de ser un buen ejemplo para ella.
Mi madre es una mujer que admiro profundamente. A lo largo del tiempo, aún habiendo tenido que enfrentar muchas dificultades, siempre fue un ejemplo para mí. Me encantaría poder devolverle todo lo que ella me dio porque es muchísimo. También me gustaría volver a vivir más cerca algún día pero sé que en la distancia hay muchos aprendizajes. Hoy en día aprecio muchísimo más el tiempo que compartimos.
Yo hago gimnasia aeróbica desde muy chica y es mi pasión. Es una disciplina que mezcla elementos aeróbicos, como saltos e impactos, con danza. Lo que más me gusta es que es una actividad grupal. Conozco a mis compañeras desde los 10 años y eso es lo más lindo. ¡Aprendemos mucho de la convivencia! Cuando no nos salen las cosas nos apoyamos entre todas y el momento en el que salimos al escenario a mostrar lo que venimos ensayando hace un año es increíble. Sentir esa emoción y poder compartirlo con amigas es muy lindo.
La amistad, más allá del deporte, es lo más importante. Siempre que llegamos nos contamos nuestros problemas, nos apoyamos y se genera un ambiente tan lindo que te sentís inclusive más motivada al ir que si fuera sólo el deporte.”
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