¿Sentís que últimamente la rutina está interfiriendo en los momentos íntimos con tu pareja? Si tenés una leve sospecha de que así sea, no podés dejar de leer esta pequeña guía que te ayudará a entender por qué te pasa a vos también.

1. Tolerancia cero

No es novedad que cuando estás estresada, estás más propensa a no tolerar a nadie, ¡sobre todo a tu pareja! Hay momentos en los que nuestra tolerancia simplemente llega a un punto muy bajo como consecuencia de los nervios y la desorganización. Estos momentos también son difíciles para tu pareja, sobre todo cuando está acostumbrado a un cierto nivel de autocontrol de tu parte.

2. Descuidos en tu imagen corporal

Sabemos que el estrés puede ser uno de los causantes de que tengas una mala imagen. Ya sea porque te abandonaste un poco y sin darte cuenta subiste de peso o porque simplemente dejaste de preocuparte por cómo te ves; entonces eso hace a que tu atracción caiga como piedra. De cualquier manera, eso siempre significa menos sexo. Encima, para las que están en una relación, menos sexo significa más problemas, las tensiones se acumulan y explotamos en peleas que no entendemos de dónde vienen.

3. Autoestima descontrolada

Ya dejamos en claro que el estrés nos afecta en mente e imagen. Pero algo clave es que también tiene un impacto muy fuerte en el autoestima. Todas sabemos que si el autoestima está baja, ¡estamos en problemas! Ya que es fundamental a la hora de concretar un momento de intimidad, sea con alguien que estás conociendo o sea con tu pareja.

4. Perdiendo el líbido

El estrés afecta directamente nuestro metabolismo. De hecho, existe una hormona llamada cortisol que es la responsable de muchos de los efectos negativos del estrés en nuestro cuerpo. Cuando los niveles de cortisol suben, se suprimen las hormonas sexuales. Hay que estar atentas porque, sin los niveles básicos de hormonas sexuales, el líbido se va perdiendo y cada vez vamos teniendo menos ganas de estar con alguien.

5. Más estrés, menos fertilidad

Ésta asusta, pero es muy real: el estrés puede tener un impacto radical en la fertilidad. El cortisol, la hormona de la que hablábamos antes, puede ser capaz de impedir a una mujer con un estado de salud perfecto, quedar embarazada.