El brushing es todo un arte y su objetivo es que cualquier tipo de pelo alcance la textura lisa y moldeable para que permanezca igual ante diferentes condiciones climáticas. Hoy en día es la técnica más común del mundo aunque su historia  tiene un inicio muy interesante vinculado a una mujer.

 

 

Se dice que Rose Evansky fue una mujer judía que escapó de la Alemania nazi para vivir en los suburbios de Londres. Allí abrió una peluquería junto a su marido y ella fue la creadora de esta técnica de alisado, que surgió desde su propia inspiración. Su idea era utilizar menos químicos para lograr el mismo resultado y así fue parte de la revolución del cuidado del pelo en los años 60.

 

 

Para lograr un buen alisado, necesitamos una toalla que absorba la humedad, un secador de pelo, un cepillo redondo que puede ser de madera o metal, para proceder junto al secador. Además, pinzas para sostener y dividir la cabellera. Es recomendable incluir un producto como laca de pelo para que el brushing tenga mayor duración. Es importante que el cabello se encuentre recién lavado para que quede más brillante al finalizar.

 

Primero lo secamos en general para que no esté empapado y luego dividimos toda la cabellera por mechones, vamos tomando mechón por mechón y alisamos cada uno. Se debe empezar por los de las capas inferiores y terminar por la capa de arriba de la cabeza. Tomamos cada mechón con el peine, lo estiramos y con el secador vamos recorriendo desde la raíz a las puntas. Es recomendable no apoyar el secador sobre el pelo para no quemarlo, debemos recorrer el cabello con una mínima distancia entre este y el secador. Se debe repetir el procedimiento dos o tres veces por cada mechón y colocar el cepillo por arriba o por abajo del mechón dependiendo cómo queremos que queden las puntas del pelo, si para afuera o para adentro. Siempre tener en cuenta que podemos incluir una crema de peinar antes de iniciar el brushing, para darle mayor suavidad.